domingo, 24 de febrero de 2008

Dos mujeres juegan al truco

Dos mujeres juegan al truco con sus respectivos vasos de whisky en la mesa de un bar.
Rosa dice llamarse Helena, Juana dice llamarse Katy.
Helena tiene cerca de cincuenta y varias lunas cuelgan de sus pesadas ojeras, Katy lleva el pelo suelto y los rulos le caen como un resorte oxidado.
Helena observa el parpadeo de neón en la cabeza de alguien que camina por la vereda.

–Envido–dijo Katy, y clavó un trago al seco; los cubitos de hielo tiritaban desde las últimas partículas de whisky con coca. Encendió un cigarro y lanzó dos canillas de humo por la nariz, el humo permaneció en la mesa de madera como un manto de niebla.
La puerta sonó tres veces. Helena estiró la cabeza hacia derecha y contempló a un hombre que contaba billetes. Katy abrió. El hombre entró con pelo arremolinado y cara colorada. El aliento a vino se le impregnó como perfume en la piel.

–¡Falta envido!—dijo Helena, su voz rebotó entre las paredes negras. Katy observó el eco en el reflejo de la barra. El hombre sacó un billete de cincuenta, y lo introdujo entre las tetas de Katy, con el índice le rozó el pezón derecho.
—¡Falta envido!—gritó Helena—. Tomó el vaso y bebió el whisky y tragó un hielo diminuto.
El vaso tambaleó desde la punta de la mesa y divisó su reflejo en el cristal; un poco exagerado: pómulos hinchados y el rostro estirado hacia la derecha, como una caricatura.

Un gato negro rasguñó la ventana y toreaba la cabeza contra el vidrio empañado.
—¡Mish! ¡Mish!—exclamó Helena pegando palmadas contra el ventanal. Extendió sus brazos en la mesa y apoyó la cabeza. El vaso se estrelló contra el suelo y se esparció en mil pedazos.
Una helada brisa le aferró el cabello, sintió el crujido de la puerta, el cabeceo del gato en el ventanal, y una voz:

¿Comenzamos de nuevo?

Permaneció con ojos cerrados.
El sueño, le pareció más real.

No hay comentarios: